lunes, 26 de septiembre de 2016

la ventana

Llegamos al corazón de una ventana y vemos
lo poco que del amor cura pero no puedo ver la esperanza.

no encuentro en esa ventana un árbol verde inmenso
que tape mi pena y le de sombra y cobijo
un árbol grande verde como las alas de una mantis.

Por mi ventana se ve el lavadero de la cocina
y el terrible sonido monótono de un transformador energético
que ruge como un león moderno y quema y aúlla
a los aviones perdidos que queman mi flequillo
y apaciguan el hambre de los niños que se envuelven
en la manta turbia del zócalo.

A lo alto del Bellas Artes subiendo por las Alamedas, y no
las que se abrirán sino otras, terribles, cerradas, llenas de
fuentes balbuceantes, duermen miles de otras ventanas
que no me tienen a mi para apreciar su vista a sus árboles
verdes inmensos casi sin sangre / ya han sido lavados por ellas

caen sin prisa las gotas redondas sobre
los árboles de Chapultepec un lunes nocturnal
donde las marejadas de ideas se percatan, se tejen,
pero no entran en un contacto sustantivo jamás con los edificios
y se huele el miedo y se arde la cara de la tarde al sol y
la noche a la costuras de una aguja corva y tristísima que atisba
por entre el smog como la espada de un torero o un corsario
como las ramas de los árboles o lo negro de la noche
que abraza las poquísimas estrellas con inmensidad sobrepoblada.

llegamos al corazón de la ventana
al beso del vidrio con el vidrio por el vidrio
al talante separatista entre vos y el mundo
entre vos y yo
entre esos árboles y esos edificios
entre toda nuestra culpa
por donde no se ve por mi ventana
la esperanza de mexico.

domingo, 11 de septiembre de 2016

3 pasos fuera de una estación de metro en CDMX

1
en esta ciudad llueve desespera(nza)damente
todos los días exactamente a las 6 de la tarde
cómo un reloj coordinado, incluso más prolijo
que el campanario de la catedral
una copiosa bestia de agua desciende
haciendo saltar las fuentes, recordando a sus habitantes
que esto antes era un lago inmenso y tortuoso.

México es un noble milagro de la lluvia durante
casi 3 meses, en ese tiempo el metro se convierte
en esos hormigueros con los que jugábamos a ser dios
tirando vasos de agua directo a sus cúpulas.

Se enfrenta este llanto con tiempo, precisión y cerveza
palta, pan, charlas y arroz,
debajo de techitos de chapa con mates injertados
en medio del árbol cultural del espacio sobrepoblado
tantas gotas de agua como habitantes hieren la superficie terrestre
mientras cientos de parejas no dejan de besarse
en los transportes y en las paradas. Como si no existiese la
terrible división entre espacios privados y públicos
como si la desesperación fuera mas fuerte
como si ellos también quisieran llover.

2
México es terrible, todos sus movimientos buscan
esconder su soledad y aplacar una violencia acumulada.
De un polo a otro se mueven esos sujetos
vendedores ambulantes, carros de tacos, olor a frito, relojes,
cables para celular, anteojos, miradas perdidas, son
tan disruptivos como el sol por entre el smog y las montañas.

3
No conozco la soledad de Tokio
pero la soledad de mexico casi siempre
entra justo entre dos vueltas de sirena
de la policía a la 1 de la mañana, apoyando su cara
junto al frio vidrio de un 3° piso.

casas bajas como la esperanza de los terribles.

En la primera está la tierra como un prado lleno de animales
solitarios y desvariados
y en la segunda se avecina el vacío demodé

en el medio no queda nada
ni siquiera a quien persigan corre ya,
sabe tan bien como yo
que no conoce la soledad de México

pero sabe bien que cabe entre dos vueltas de la sirena.