domingo, 17 de abril de 2016

Tres poemas sobre volver al pueblo de uno y que no sea el pueblo de uno


A Nietzsche y al río

En la estación general San Martín
me paso del lado del pasillo al de la ventana
mientras quisiera escribir que viajo
mientras viajo.

Del lado público interactivo
al lado privado receptivo
este colectivo hoy es
el lugar por donde
quisiera llevarte en el poema.

En la estación general San Martín
una nena saluda a alguien
que viaja aquí pero no conmigo
se saluda a todo lo que se va
mientras nosotros
consumimos el adiós
cómo un partido de tenis.

Faltan dos pueblos
pero ya no se
por donde voy a llegar
siempre

a donde quiero.-

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Me gusta usar campera porque al igual que muchas cosas sirven para sentir calor y abrigo en la penumbra cuando aún no prenden las luces por la calle San Pedro como un buzo o un pullover y al igual que muchas otras cosas representan o dan cuenta de un lugar o un estrato o una pertenencia como lo muestran las llaves de auto y los relojes de pulsera las zapas deportivas los ojos verdes de esos perros que ladran los caballos flacos y también como otras cosas tienen colores y aroma como lo florido de ese cordón cuneta y más allá el río y más acá el pasto que cortan los señores pero a diferencia de otras cosas sirven para meterse dentro abriendo desde el pecho y en eso se parecen a este poema dónde te cuento de una campera y una penumbra que salta del alumbrado dónde me comparo con una campera y te propongo que uses el poema vieras que calor que pertenencia que color y aroma tendrá este poema entonces si lo usas como eso y te metes desde el pecho y no temes a los alumbrados ni los perros que ladran caballos flacos si solo le guardas en los bolsillos de la campera las palabras perfectas que se pronuncian los sábados fríos junto al celular y la billetera y el catarro y este mundo y ese otro mundo en bolsillos distintos para no sacar este mundo cuando estes usando el poema porque con este poema quisiera que también pudieras guardar esos otros mundos donde te digo que la calle San Pedro es muy bonita aunque no le conozcas ni a su alumbrado ni a su briza.-

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Y no es que no sea grandioso
pasear por río tercero con su nublés y su apatía
aquí
donde los patios lindantes son un tumulto de nadies
donde conozco el mate favorito de todos los vecinos.

Y no es que no sea grandioso
la esquina de yapeyu roldan
donde se acumulan las rosas chinas grandes
rojas y poderosas
mientras motos y autos pasan
para el festejo de aquellos perros,
extrañar a una o dos personas que no son de por acá
y querer
realmente querer
pasear por atrás del tiempo.

Y no es que no sea grandioso
escuchar los colgantes entre las macetas
sacudirse en el viento
fumarme la vida entre una cortina y una puerta corrediza
salpicar agua del lado de adentro de la pieza
y de la calma.

Pero no es grandioso.
Si la nublés y la apatía te miran de reojo
si los patios y los mates no se te invitan
si las rosas chinas no te apabullan en la casa
si se comprende
que la permanencia y la pertenencia
son necesidades de finitud
¿Dónde ya no está mi hogar?

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